jueves, 30 de octubre de 2008

Pero sin cursilerías, sin escándalos

El punto ha de ser vivir de tal forma que se pueda morir acompañado, al menos por dentro, para que no sea tan triste. Solitario siempre será, supongo, pero al menos que alguien se entere antes de que uno empiece a apestar, con una chingada. No ha de ser mucho pedir, estoy seguro. Y ya de paso, una vez que tocamos el punto, alguien que le apriete a uno la mano, pero sin cursilerías, sin expresiones burdas y risibles de cariño, que esto de irse es para presumir y para lamentar, pero no para hacerlo demasiado grande.
Ya. Hay luces que se apagan y uno no se da ni cuenta. Hay miles de deseos cumplidos de los que nos priva el día por estar ocultándonos con el cielo azul las estrellas fugaces. No hagan escándalos, que no es para tanto, pero sí quédense cerca. No vaya a pasarles como a mi el otro día, que me quedé horas viendo una vela porque nunca he visto cuándo se acaba una. Ya estaba muriéndose lo último del cabo, retorciéndose en la cera que se había encharcado en la corcholata y llevaba ya sus diez minutos sin decidirse a apagarse -conducta ejemplar-. Dame un poco de agua, dijo Yogui. Decidí hacerlo porque al pedazo de vela se le veía fibra, pero cuando volví ya se había apagado. El caso es que no se vale hacer trampa. No se vale cortar un frotis de vela y ver qué pasa, como no se vale morirse un poquito ni morirse dos veces. Perdérselo ha de ser una lástima, porque lo de la vela, de veras, me pesó.

miércoles, 29 de octubre de 2008

balbuceos

La primera palabra del día, cuando uno recién regresa de un viaje extraño, es más un respiro, un parpadeo al revés, un suspiro que se comienza en sueños y se termina con los ojos en el cielo. Cuando uno está por enterarse apenas si se vive, se esboza la primera palabra del día, pero se gesta detrás, como el ánimo, como las ganas del sol de amanecer, como la vida en las semillas, ésta y todas las palabras se cantan y se escriben de noche y nacen sólo con la luz. Si, el sol es sólo el eco de los sueños.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Remitos de paja

...
-Póngame otro de los sobres que me dejó su abuelo, Panchito. Ésta se me hace que es la última vuelta que doy.
-Ya estuvo bueno, Luisa, cada semana viene y se lleva veinte y, a veces, hasta más.
-¿Y a usté qué le importa? Póngame el sobre y ya. Déjeme irme tranquila y usarlo como yo quiera. Si los abro y los pongo juntos y los pego después para meterme dentro es asunto mío y de nadie más.
-Luisita, dése cuenta, por favor. ¿No ve que la única que no se da cuenta que el tiempo pasa es usté? Si las cosas han cambiado: apuesto a que si se mete en la piñata de sobres que se anda armando se va usté a asustar de verse las manos todititas arrugadas. Mire a Don Ramón, que ya se espabiló y ahora está recontento sembrando sus chiles, y eso que él nunca se llevo tantos como los que usté lleva. ¿A poco no le dan ganas también de remover su parcelita y ver qué sorpresas le traen los días? ¿No será que ya le está ganando el miedo de caminar?
-¿Miedo de caminar? ¡No! Si ya que esté dentro voy a ponerme a caminar como antes, con las zancas recias, como antes. Como cuando no sabía a dónde llegaban los caminos y tenía uno que adivinarlos con los olores del viento, así, Panchito, así voy a caminar.
-Pero si los caminos no se nos han acabado Luisita, hágame el favor... No se me vaya a hacer usté como las nubes, que de tanto imaginarse que llueven ahí están nomás quietecitas, echadas en el aire y tienen ya a la sierra toda pelona.
-Mire Panchito, déme el sobre ya, que se está haciendo tarde y algo bueno he de soñar ahora. Hay cuarto menguante y algo bueno, algo bueno...
-Está bien Doña Luisa, como usté quiera. A mi me da un poco de tristeza, pa que le digo que no... pos porque ya sé pa qué quiere los sobres que le dejó mi abuelo. Si también a mi me contó ultimadamente pa lo que sirven, pero no crea, me da un poquillo de miedo. Si el aire está bien fresco acá afuera ¿Pa qué meterse en telarañas, Luisita? A mi se me hace que ya se le está acabando el espíritu y se nos está aguadeando, pero pos ya qué le voy a hacer. Aquí tiene su sobre. Nomás ahorita dígame, antes de se vaya, porque a lo mejor no tengo chance de preguntarle después: Ya que se arme con los sobres la casita de recuerdos, ¿En cuál se va a quedar, Doña Luisa?
-Ya se verá, Panchito. Ya se verá.
...

martes, 21 de octubre de 2008

cuándo dejarás de ser un estorbo?

No me dolió! Al cabo ni me dolió! y... ¡Madres! Otro catorrazo. ¿Cuándo aprenderás a callarte el hocico?
Ja! pues cuando se den cuenta que de veras no me dolió. Y... ¡Madres! Otro catorrazo. ¿Cuándo aprenderás a callarte el hocico?
Ja! pues... bueno si querían que me callara me hubieran dicho por las buenas.

domingo, 19 de octubre de 2008

Del silencio y sus galopes

Aquel corazón, de tanto estar solo, se olvidó de latir con regularidad y tuvo que reaprenderlo en cada abrazo. Era natural que temiera por su vida, sobre todo en sueños, cuando no podía vigilarse y hacía, sin querer, lo que quería. Entonces se olvidaba de toda responsabilidad, se hundía en alcohol que no fuera destilado de caña, porque eso, decía, le hacía daño. Toda una calamidad, porque el charanda, sobre todo la edición de colección número uno, le empalagaba.
¿A quién chingados va a interesarle un corazón que confunde sus latidos con los sonidos del exterior? Pues bien: como un buen estratega de ventas -lo cual era desde hacía varios años- se promocionaba como un corazón adaptable a las exigencias del mercado, capaz de someterse a cualquier ritmo y de soportar doscientos latidos por minuto aún sin actividad corporal.
El caso es que un día volvió a compartir el sueño con otro de su especie y se hartó. Concluyó que el mundo era una mierda y se dejó de pendejadas. Todo el teatro se cayó y lo que era de verdad, siguió siendo verdadero, con la misma sal que tenía antes, el mismo sabor y la misma consistencia, con la misma humedad. Aún a riesgo de ser fatal y a punto de mandar todo a la verga le dió por apoyar un maratón. Ese día le dolieron los huesos, pero estaba tan cansado que decidió que cogerse a la muerte esa noche era un error que no podía permitirse cometer. -Preciosa, espera a mañana, que con el sol vienen el día y sus sorpresas y a lo mejor hasta tú dejas de acosarme y te vas a chingar a otra parte.
Al corazón valiente, al bravucón desenfrenado, dictador por excelencia, no se le escuchó jamás otra palabra.

miércoles, 15 de octubre de 2008

Qué harías tu si tuvieras tantas ventanas?

Han de ponerse tristes. Me las imagino soltando pegamento por las patas, aunque se que no lo tienen. Imagino que se inventan la vida como se inventan las telarañas las arañas. Quizá esa sea la situación más cercana a la que busco... que se quede atrapada, que comience a dormirse y, todavía en sueños les caiga encima un el primer cabo de nada... pero es artificial. No, así no cuenta. Por más que intente no logro imaginarlo y pregunto todavía sin saber ¿Qué cara pondrán? ¿Alguna vez alguien ha visto a una hormiga morir de muerte natural?