sábado, 17 de enero de 2009

Letras de madrugada

Raspadas, desquiciadas, cansadas, maltratadas, sin piel, llegan las rodillas de las palabras de esta velada. Nosotros las consentimos, las desinfectamos con alcohol que no les queme, las quemamos con el fuego que no les duele, las abrazamos, las dormimos con humo. Nosotros las sostenemos entre los dedos y les pedimos con un beso que se queden cerca. Les pedimos que nos hagan dormir con el placer que no sintieron en el largo viaje hasta nuestros labios. Nosotros las arrullamos y las mecemos. Nos quedamos con su escencia y dejamos que se vayan de madrugada. Las palabras pasan, a veces, sin dejar en los papeles su sombra, y nosotros, inocentes y borrachos, nos dormimos de cualquier manera.