jueves, 29 de octubre de 2009

El pecado original

¿Quién vino a devolvernos,
burbuja de llanto
voladora y plana,
huella de los sueños
de los ojos abiertos,
las carcajadas
rellenas de caducidad?
¿Quién, demonio zigzagueante,
nos sembró en el pecho
rebanadas rojas de manzana?
¿Quién nos entorna los ojos
a la sombra del cielo
debajo de un árbol?
¿Quién nos junta las pestañas?
¿Quien nos junta el horizonte
y el deseo para que anden de la mano?
¿Quién nos llama latidos,
quién nos llama suspiros?
¿Para quién lloramos
nuestra esclavitud,
demonio, a los parpadeos?
¿Quién nos jala con violencia
desde todos lugares?
¿Quién se muere por mi demonio
a la sombra de un árbol?
¿Quién entre el follaje
se muere por mí?
¿Quién blande la filosa expresión
del imposible en tu nombre, demonio?
¿Quién querría partirte, decantarte
besarte a ojos entreabiertos,
negando los horizontes?
¿Quién querría incendiarte,
sueño difuso, con la piel?
¿Quién tiene, esculpe
y derrocha tu presencia
mientras pregunta tu origen
a las ramas del árbol?

domingo, 25 de octubre de 2009

Desdícete

Te doy esta noche
para que la pases callada.
Sólo el final de este día
y el comienzo del que sigue,
para que veas el silencio
rebasándote, te doy.

Mañana entero, y el día después,
son tuyos para que te desdigas,
para que simules con absoluta perfección
que yo inventé este naufragio,
que no hay rastrojos, si no los que imaginé,
que no hay pobladores del victimario;
para que afirmes, con total seguridad
que, pasados unos días, se vuelve esquiva,
resbalosa, inevocable, tu voluntad,
te doy mañana y el día que sigue.

Te doy los segundos posteriores
para que hagas el favor
de congelarte un momento antes
del día en que te hallé
terriblemente incompleta.
El futuro entero,
para que lo ocupes
en marginarte de mi ahora,
para que mantengas tu condición
de ave de ensueño y de paso, te doy.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Cazar la luz

Hace años viajábamos en el asiento de atrás del coche. En los semáforols, los rayos del sol se metían por las ventanas y a veces caían en las palmas de nuestras manos. Mi hermana y yo cerrábamos los puños para atrapar la bolita de luz, pero la bolita brincaba a nuestros nudillos. No lo sabíamos entonces, pero lo único que lograbamos cazar eran las sombras.

domingo, 18 de octubre de 2009

Amor pop

¿Para quién bailas, bailarina?
¿A quién dedicas tu espalda de cobra en medio de la música?
¿A cuál de todos mis fantasmas miras cuando no me miras a mí?
¿De quién es el viento, bailarina, que transita tu entrepierna?
¿En quién te enredas en verdad cuando trepas ese tubo de bomberos?
¿Para quién sacudes el velo a cuadros de tu falda?
¿Por quién deseas no repartir tu mirada perdida entre el público a oscuras?
Dime ya por quién bailas, bailarina, antes de que termine mi cerveza. Dime que el aire curva tu mirada y que cae siempre en mí aunque no sepas la ubicación de mi butaca. Dime que cada vez que cruzas las piernas estás intentando cazarme entre tus muslos. Dime que sabes que no engañas a nadie con el pop inocente que enmascara tu libido.
Dime que si estás de pie, bailarina, es porque no me has hallado todavía.

miércoles, 14 de octubre de 2009

switching from there to here

your excellence:
i pray you may tell me where the button to switch from wrong to right is. i pray you tell me how to switch from tales to poetry and not die trying.

martes, 13 de octubre de 2009

Se cae de sueño

Se abrió un hoyo
violento en la tierra
con soberana locura
como si fuera la calle
el hábitat natural
de un sueño atormentado
y por ahí se fueron
los peatones
y los perros
y los autos
y las nubes y los pájaros,
misteriosos solidarios.

Todo se quitó de encima
de ese bostezo de planeta
y todo cuanto cayó dentro
aportó su propia dosis
de este terror pegajoso
que nubló las estrellas
hasta en la memoria.

Todo, hasta la luz, se fue
a los pulmones del mundo,
y la claridad que surgió
de este vacío debió sólo ser
un milagro de su distracción.

Fue sólo por sus brazos,
por sus codos, que desdobló
millares de veces
su imaginación
en la caída interminable,
por su pelo,
por su cara
de éxtasis
forastero,
por su calma
sorprendida
en mitad
de la aventura,
por la danza exótica de su risa
y su ignorancia y su ansiedad
y el placer imprevisto
del final de su infancia,
que no se acabó el mundo
el día que se puso triste
y suspiró.

lunes, 12 de octubre de 2009

Le llamaron lluvia

Pasó por aquí
goteando fantasía
y encharcó la tierra
con sus sueños.

Pasó sin prisa
con la piel temblorosa
tragándose la oscuridad
con sus pupilas.

Pasó embolsando las nubes
y electrizó el rocío con su canto.

Dicen que llegó volando
y paró de a poco como un globo
y clamó venir de todas partes
mientras flotaba todavía.

Dicen que los miró a todos
como si fuera a explicarse
y que cuando tocó la tierra
se borraron las veredas.

Pasó un segundo por aquí
a avergonzar los lagrimales
y se hizo hierba
y no dijo nunca
de donde venía.

jueves, 1 de octubre de 2009

La búsqueda inútil del amor

La diferencia única de esa noche y las del resto de su vida después de su temprana adolescencia fue que se acostó boca arriba en un lugar donde las palmeras dejaban ver el cielo. La brisa, el siseo de las olas, el licor delgadísimo, su sonrisa teatral, sus uñas enarenadas, la compañía lentamente variable, eran todas parte del mismo estupor que tenía prendido entre las sienes y las orejas desde los catorce años. Magdalena, una vez y media más vieja que su pasmo, se entregaba a la devota pero desgastada esperanza de comulgar con el sudor de un desconocido y acabar por aprender a fondo todos sus impulsos y su orografía.

No siempre fue su intención recuperar la viveza de todos los sentidos, ni dejar manchas indelebles en la memoria de los otros, porque al principio era muy pronto todavía para ocuparse de recordar lo vivido, pero lo hacía invariablemente por el efecto misterioso de su boca, en donde podían leerse, con la lengua adecuada las traducciones de cuanta expresión fuera capaz de hacer saltar los corazones. Tampoco puede decirse que se hubiera cansado de buscar el amor, aunque ella ni siquiera sabía que lo hacía, porque iniciaba cada noche una exploración automática y ritual de la naturaleza humana, sin hacer diferencias de sexo ni tamaños, sin reparar en propósitos ni en justificaciones. Tampoco le era evidente que hacía contacto directo con el cielo, porque estaba tan de ojos cerrados que la luz de las estrellas apenas llegaba a sus pupilas y era fácilmente confundida con los destellos de amor que le propinaban con regularidad creciente.

Lo que sí puede decirse es que esa noche tuvo una distracción pequeña que fue causada por una lluvia tímida en su frente y que fue aumentando con el volumen de su pulso, que dictaba el murmullo de la lluvia, y que desembocó en una estampida que sus párpados no pudieron resistir y abrió sus ojos tres segundos antes del final y se vertió en ellos el entendimiento del que gozaba cuando niña y que le había estado vedado durante veintiocho años, y se le reveló por fin el propósito de su búsqueda litúrgica y nocturna. Rechinó los dientes, empuñó la arena a sus costados y deseó con todas sus fuerzas que él y todos y todas las anteriores hubieran sido ella misma y rugió no de placer, sino de una rabia gigantesca, dirigida al centro del pasado y su rugido se apagó al poco tiempo en sus oídos, pero hizo temblar la playa entera mientras vivió. Y así, mientras estallaban en los vasos sanguíneos de sus pechos y su cuello multicolores fuegos de artificio, se quedó tan al margen de todos los alrededores, tan aturdida, como a los catorce, cuando miró por última vez en veintiocho años el cielo buscando a dios y sólo halló en las raíces de la lluvia el origen de su llanto.