viernes, 19 de diciembre de 2008

Fiesta

Llegamos tarde. Estábamos convencidos de que ya todo había terminado, pero teníamos un capricho, así que cerramos las ventanas y corrimos las cortinas. Quedó todo oscuro de nuevo y siguió siendo, sólo para nosotros, la noche.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Tierras vírgenes

Sus ojos ya cambiaban de color.
Sus ojos eran el espejo del cielo
y Ella era la tierra y el tiempo.

El aderezo diáfano de niebla
que endulza el alma de mi tierra
viene del encanto de sus ojos.

Ya iba el cielo cubriéndose de miel.
Paseaban entre el sol y sus pupilas
bandadas ocres de hojas fugitivas.

Mi tierra irradia el último calor del día
y se llena de opacidad. Mi tierra suspira
y se mete, entera, la noche en su piel.

Cuando en la oscuridad no hay más que silencio,
se enciende en sus ojos un fuego secreto,
un amanecer pequeñito que espera ser desvelado

Me acerco despacio, beso sus ojos para capturarlo.
De sus párpados a mis labios fluyen las estrellas.
Yo la despierto. Ella me aprieta. El otoño se incendia.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Encuentros

Usualmente son sólo nuestros pies los que se quedan en el suelo. Respecto a todo lo demás: la piel, el pelo, la garganta, sobre todo la garganta, le pertenecen al aire. Los pulmones, en cambio, no se someten a este oficio de pertenencia sino que lo dominan. Poseen al aire. De todas nuestras vísceras ninguna habita propiamente la tierra. Entre todas ellas hay un grupo pequeñito que se destaca por fugarse de la realidad.
La cabeza, con sus múltiples componentes, es el más típico ejemplo de la discordia: tiene al pelo, que crece para bailar con el viento; a las orejas, que más preferirían vivir en el subsuelo; a la boca, con su lengua y su aliento que no sabe aún de dónde viene; al cerebro, que parece un cometa anclado en el desierto y tiene también a los ojos... Por fin los ojos, los vagabundos osados que andan tanteando fantasías más allá del horizonte. Los ojos son los únicos aventureros que van tomados de la mano y se complementan y caminan; los únicos que se adentran en la luz y se extravían; los que andan por ahí cachando imágenes y se cuelan donde no habría de importarles colarse.
Pero es por ese vagabundeo sin fuerza, por el peso de las plantas de los pies, porque somos más del cielo que de la tierra y encima nos jalan las estrellas, porque en realidad no nos sometemos sino que excedemos a la atmósfera; porque estamos divididos, regados por el mundo, que nos hemos encontrado.