domingo, 7 de diciembre de 2008

Encuentros

Usualmente son sólo nuestros pies los que se quedan en el suelo. Respecto a todo lo demás: la piel, el pelo, la garganta, sobre todo la garganta, le pertenecen al aire. Los pulmones, en cambio, no se someten a este oficio de pertenencia sino que lo dominan. Poseen al aire. De todas nuestras vísceras ninguna habita propiamente la tierra. Entre todas ellas hay un grupo pequeñito que se destaca por fugarse de la realidad.
La cabeza, con sus múltiples componentes, es el más típico ejemplo de la discordia: tiene al pelo, que crece para bailar con el viento; a las orejas, que más preferirían vivir en el subsuelo; a la boca, con su lengua y su aliento que no sabe aún de dónde viene; al cerebro, que parece un cometa anclado en el desierto y tiene también a los ojos... Por fin los ojos, los vagabundos osados que andan tanteando fantasías más allá del horizonte. Los ojos son los únicos aventureros que van tomados de la mano y se complementan y caminan; los únicos que se adentran en la luz y se extravían; los que andan por ahí cachando imágenes y se cuelan donde no habría de importarles colarse.
Pero es por ese vagabundeo sin fuerza, por el peso de las plantas de los pies, porque somos más del cielo que de la tierra y encima nos jalan las estrellas, porque en realidad no nos sometemos sino que excedemos a la atmósfera; porque estamos divididos, regados por el mundo, que nos hemos encontrado.

1 comentario:

PAPRIKA dijo...

dicen que los ojos se los comen los gusanos...

Yo disfruto ver, andar y vagabundear.

será que despues de todo son esos pequeños momentos de luz los que nos llevaremos cuando todo termine?

me agrada la idea de ser mas del cielo que de la tierra...
estrellada en una estrella quiero quedar.

:)

Salud!