martes, 26 de abril de 2011

Dueña del paisaje

Sentada al borde del estanque era dueña de todo lo que miraba. Fue así como supo él que lo había mirado aunque fuera un momento y sin prestarle atención. Parecía que era ella la única capaz de mirar en todo el mundo, y miraba además dentro de él... Tenía ella alguna característica que hacía recaer en sus hombros la atención de todos sus alrededores.
Nunca se sintió una protagonista. De hecho en el momento mismo en el que se cruzaron sus miradas, pensaba ella que era sólo parte del paisaje que miraba él y no tardó en desenfocarse a causa de la inexplicable vergüenza, ignorante de que marcaba con hirviente profundidad todo lo que miraba, de que el paisaje le pertenecía como consecuencia de esta rara propiedad y de que tenía ya cuanto podría llegar a querer por el hecho solo de estar sentada y con los ojos abiertos ahí, solita al borde del estanque.

martes, 12 de abril de 2011

y otra vez...

De practiquísima y ecológica escuela, Maruja daba por sentado sin dar lugar a objeciones que, si bien podrían ser ciertos los consuelos del tipo "no, Maru... ese imbécil no merece tus lágrimas" que le ofrecían sus sus amigas, una vez derramadas éstas, el menor de los errores consecutivos era no ir directamente a buscar un imbécil nuevo. Consecuentemente, se defendía, según su propia impresión, con solemnidad ortodoxa: 'Reciclar es enamorarse otra vez de la misma persona'...