martes, 12 de abril de 2011

y otra vez...

De practiquísima y ecológica escuela, Maruja daba por sentado sin dar lugar a objeciones que, si bien podrían ser ciertos los consuelos del tipo "no, Maru... ese imbécil no merece tus lágrimas" que le ofrecían sus sus amigas, una vez derramadas éstas, el menor de los errores consecutivos era no ir directamente a buscar un imbécil nuevo. Consecuentemente, se defendía, según su propia impresión, con solemnidad ortodoxa: 'Reciclar es enamorarse otra vez de la misma persona'...

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