lunes, 15 de diciembre de 2008

Tierras vírgenes

Sus ojos ya cambiaban de color.
Sus ojos eran el espejo del cielo
y Ella era la tierra y el tiempo.

El aderezo diáfano de niebla
que endulza el alma de mi tierra
viene del encanto de sus ojos.

Ya iba el cielo cubriéndose de miel.
Paseaban entre el sol y sus pupilas
bandadas ocres de hojas fugitivas.

Mi tierra irradia el último calor del día
y se llena de opacidad. Mi tierra suspira
y se mete, entera, la noche en su piel.

Cuando en la oscuridad no hay más que silencio,
se enciende en sus ojos un fuego secreto,
un amanecer pequeñito que espera ser desvelado

Me acerco despacio, beso sus ojos para capturarlo.
De sus párpados a mis labios fluyen las estrellas.
Yo la despierto. Ella me aprieta. El otoño se incendia.

1 comentario:

Natali H dijo...

otra vez la muerte?
donde andas tu?