martes, 26 de mayo de 2009

momentos alegres... uno, dos, seis, diez

Nosotros queríamos sólo probar el chocolate. Estabamos dispuestos a ahogarnos con él, a hacer que en nuestra sangre circularan granos de cacao. Nosotros queríamos irnos al techo y esperar a que nos atacaran las estrellas. Queríamos creernos que había coyotes y cocodrilos que confabulaban en la noche en nuestra contra. Queríamos apretarnos unos contra otros y desobedecer al mundo y ver en la oscuridad.
No sospechábamos todavía que nuestros amantes eran malos, que el tiempo corría con más lentitud, que las palabras estaban hechas de plastilina. Nosotros queríamos desempolvar la infancia. Queríamos un escalofrío en la cabeza, un vuelo apresurado entre las nubes, una caída interminable, una conversación con las estrellas, una sucesión de risas infinita, gracias tan veloces que no hubieran palabras capaces de contarlas. Nosotros queríamos sólo parar un poco antes de seguir y confirmar que el mundo era de colores.
Pero las estrellas se hicieron vigilantes y los sueños empezaron a repetirse sin que pudieramos cambiarlos. Los árboles se volvieron las brujas que nos robaron la voluntad y comenzamos nosotros a deambular entre ellas.
Estabamos ya manchados por la muerte.

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