¿Quién vino a devolvernos,
burbuja de llanto
voladora y plana,
huella de los sueños
de los ojos abiertos,
las carcajadas
rellenas de caducidad?
¿Quién, demonio zigzagueante,
nos sembró en el pecho
rebanadas rojas de manzana?
¿Quién nos entorna los ojos
a la sombra del cielo
debajo de un árbol?
¿Quién nos junta las pestañas?
¿Quien nos junta el horizonte
y el deseo para que anden de la mano?
¿Quién nos llama latidos,
quién nos llama suspiros?
¿Para quién lloramos
nuestra esclavitud,
demonio, a los parpadeos?
¿Quién nos jala con violencia
desde todos lugares?
¿Quién se muere por mi demonio
a la sombra de un árbol?
¿Quién entre el follaje
se muere por mí?
¿Quién blande la filosa expresión
del imposible en tu nombre, demonio?
¿Quién querría partirte, decantarte
besarte a ojos entreabiertos,
negando los horizontes?
¿Quién querría incendiarte,
sueño difuso, con la piel?
¿Quién tiene, esculpe
y derrocha tu presencia
mientras pregunta tu origen
a las ramas del árbol?
No hay comentarios:
Publicar un comentario