martes, 13 de octubre de 2009

Se cae de sueño

Se abrió un hoyo
violento en la tierra
con soberana locura
como si fuera la calle
el hábitat natural
de un sueño atormentado
y por ahí se fueron
los peatones
y los perros
y los autos
y las nubes y los pájaros,
misteriosos solidarios.

Todo se quitó de encima
de ese bostezo de planeta
y todo cuanto cayó dentro
aportó su propia dosis
de este terror pegajoso
que nubló las estrellas
hasta en la memoria.

Todo, hasta la luz, se fue
a los pulmones del mundo,
y la claridad que surgió
de este vacío debió sólo ser
un milagro de su distracción.

Fue sólo por sus brazos,
por sus codos, que desdobló
millares de veces
su imaginación
en la caída interminable,
por su pelo,
por su cara
de éxtasis
forastero,
por su calma
sorprendida
en mitad
de la aventura,
por la danza exótica de su risa
y su ignorancia y su ansiedad
y el placer imprevisto
del final de su infancia,
que no se acabó el mundo
el día que se puso triste
y suspiró.

No hay comentarios: