sábado, 1 de noviembre de 2008

De la realidad y los horizontes

Y de nuevo, chaval, la realidad está acá abajo, cerca del suelo, donde la piel puede todavía tocarla.
Los horizontes se esfuman, se apartan. Los horizontes siempre huyen de tí, se suceden continuos mientras los cazas y un buen día aparecen frente a tí, sólo que disfrazados, con las nubes en otro lugar o los pastos más verdes o los cerros pelados; pero vuelven siempre para hacerte recordar, para que sigas creyendo, en caso de que lo olvides en tus sueños diurnos, que la realidad está abajo. Hasta donde puede sentirla la piel, hasta ahí llega. Irse más lejos, muchacho, es aventurarse demasiado. Es meterse en una maraña de sueños de los que cuesta despertar. Es apuntarle a la cordura y dispararle como si fuera tu propio corazón.
Buscar los horizontes, chaval, expulsa los pies del suelo. Irse detrás de ellos cuesta, de verdad, la vida y la razón.

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