lunes, 27 de julio de 2009

Cobardías pa fuera y cobardías pa dentro

"Sin perder nunca la clase, la señorita", "Siempre un caballero", "...estuvieron a la altura de la situación"...
La bienadmirada civilitud de las sociedades modernas, alérgicas a la introspección grupal y la crítica de la misma forma en que lo son individualmente todos sus componentes no es más que una proyección de la cobardía de decirse a uno mismo la verdad.
La amabilidad, la asertividad, las reputas buenas costumbres, las máscaras de sonrisas gigantescas, son la vuelta a la madurez de la hipocresía. Estas respuestas automáticas, recetas estúpidas para las conciliaciones que sólo quien no piensa acepta por auténticas y los que piensan un poco aceptan a pesar de su falsedad, no hacen más que apuntalar a la gente en la idiotez más sofocante, en la supresión de cualquier iniciativa de admirar la creatividad... va volviéndonos excepcionalmente adaptables a una sociedad pesada e inepta...
Existen, para fortuna de mis compinches ácidos, los espejos milagrosos que revelan, en las fotos sonrientes de las bodas, la intimidad que esconden con sus cuerpos la novia y el amigo de la novia: las manos que le devoran las nalgas arrugándole el vestido.

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