miércoles, 22 de julio de 2009

Está prohibido.

Necesito que me pongas mucha atención. No vayas a intentar confirmar lo que digo, no trates de convencerte de que es de otra manera, no te distraigas, no hagas nada que no sea escuchar. Es necesario que dejes de pensar y que lo hagas de inmediato. Confía en mi... Querría explicarte de golpe, como si estuvieras tomando tú conciencia de mi conciencia, el riesgo enorme que corres si te mueves o si tratas de hacer lo que te advertí que no hicieras, pero no puedo. Las cosas tienen una hilación forzosa y si aún tienes deseos de ser, es imperativo que no pierdas tu absoluta inmovilidad.

Las reglas que creamos son susceptibles de ser reclamadas o violadas y ninguna consecuencia espectacular es observada, por terrible que sea. Nuestras reglas tienen vigencia y tienen límites.

No te atrevas

todavía

a parpadear.

Voy a mostrarte un mundo del cuál no todos son concientes, pocos conocen y menos reciben la bienvenida. Este es el mundo de las reglas que SON. De ésas que son ajenas o, más bien, dueñas de toda conducta.

Este mundo no pregunta si le faltas o te falta. Te engulle, simplemente, y te perpetua. No te elige, sino te comunica que eres parte de él. Sus reglas no son divulgadas y, sencillamente, no pueden romperse. En este mundo que te muestro, "no se puede" tiene una solidez imperturbable y "está prohibido" adquiere su máximo misterio.

Si todavía tienes intenciones de ser, de ser lo que sea, aunque no lo sepas, pero ser, entrega ya mismo tu voluntad, pues no hay existencia que pueda concebirse sin hacerlo.
Ahora te doy la bienvenida al mundo de las cadenas invisibles, de la libertad de hacer cualquier cosa que te esté permitida, de soñar con romper, pero no romper. Ya que me has escuchado, acéptalo. No intentes reprocharlo; está prohibido.

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