sábado, 16 de agosto de 2008

Día quinto

El final (Cuento para no dormir número cinco)

Puede que sea el último sueño. Lo sientes en la sangre, en los hilos de luz de día que se filtran a través de tus párpados. Tan macabro como es, agrio brebaje de callejones oscuros, decides continuarlo.
Esta pesadilla remisa de morir te quema con el fuego tenaz de un desengaño, como un pañuelo de estación. Esta pesadilla, igual que las cartas de amor, te niega el final en cada línea.
En un viento extraño, borboteándote en la memoria reconoces el primer aliento de la noche. Tras la niebla vislumbras una vela y el hielo de la lluvia, la noche con sus alacranes y sus sábanas, las calaveras...
Desde la tumba más honda viene, montado sobre un relámpago, un recuerdo prohibido. Te dice que pernocta debajo de tu cama. Sabes que pronto te hallarás durmiendo en el subsuelo, jalándote la cabellera, como si pudieras sacarte de la tierra de la misma forma en que se extraen de los lagos aquellos que se ahogan. Recuerdas sus ojos con lágrimas llenas de vidrio, del sol que atrapan a través del agua cada vez más espesa. ¿Podrán darse cuenta de cuál es el último rayo que les cae en la mirada?
De una sacudida cierras los ojos. Deberíamos ser capaces de negarnos a ver apariciones.
Ya has probado todos los rezos, los cantos y nada parece funcionar: detrás de todas las imágenes permanece, como un tatuaje, el aparecido. Ves reflejos que desgarran y tragan tu pasado, suicidas que arrastran cadenas y te borran los recuerdos con los pies, te borran a tí del mundo de los demás, pero no debes quejarte; lo hacen de atrás para adelante, como dicta el honor de los que caminamos en el mundo; para que el ultimo de tus días no sepas ni cómo te llamas ni por qué estás tan espantosamente vieja. Cuando eso suceda estarás vacía de culpas y alegrías y por la cabeza te consumirá, como a un mechero, una sola pregunta: ¿Serás capaz de distinguir el último rayo de luz?
En la sombra de los que arrastran las cadenas crees haber visto tu cara. Prohibidos y demasiados te rodean. Se acercan con las lanzas apuntándote al cuello. Llena de espanto y sin más salida que abajo, donde por las noches están ellos, te vas perdiendo, lenta, en el olvido.
Empapa tu cama el olor lejano de la guerra. Sabes que te han sacado a fuerzas. Sabes que allá, en el lugar que solo alcanzas por las noches, sin ti, no habrá nadie que pueda detenerlos.

3 comentarios:

DISTOPIAS dijo...

yo pregunto:

¿Serás capaz de distinguir el último rayo de luz?

Natali H dijo...

Nunca nunca nunca logro entender lo que dices, pero este suena severo.

Lord Hawreghi dijo...

Si sigue adivinandose un naufragio verdad?