domingo, 17 de agosto de 2008

Día séptimo.

Despierta (Cuento para no dormir número siete).



Ya hace un buen rato que decidiste no hacer caso del ruido del despertador. Fue el hambre lo que te levantó. Caminaste hacia la cocina dando tumbos por las paredes del corredor. Delante de tus pestañas corre despavorido el recuerdo del sueño que acaba de esfumarse. Incapaz de cazarlo te mojas la cara y comienzas la liturgia del aseo diario.
"Despierta, Maru" es lo único que logras recuperar de la maraña de sueños que tuviste. Te parece como si hubieras soñado una semana completa.Poco a poco algunas cosas comienzan a volver, como desvelándose de la niebla que rodea la cena del día anterior.
Lo dijo como si de veras lo supiera: "No conviene que uno ande por ahí viviendo las vidas que no nos pertenecen".

Algunos relámpagos de omnipotencia se hacen lejanos. Hay destellos de colores inéditos que se niegan a volver, historias tan hermosas que no pueden quedarse en un solo lugar.
Tantas cosas hay, que deseas que pudieras reencarnar o que de verdad las sábanas asiáticas existieran. Tantas cosas y uno fuera del mejor de los mundos posibles.
La cafetera ya suelta los vapores que te invitan a mamarle la vigilia. En una taza que no es la de siempre, te sirves, somnolienta. Te dejas caer en el sillón de la sala, tan suave como es posible para no derramar el café, y sin embargo, partículas de sueño vuelan por el aire como polvo, como si te las hubieras sacudido de encima de un sentón. "Parecen estrellas", decías cuando tenías cinco años y saltabas para alcanzarlas y abrías la mano después para mirar. Alejadas del rayo de luz de la ventana, desaparecían todas, como los sueños de anoche. Aprovechando que no es polvo sino sueños, saltas otra vez, como hace quince años y te agitas y sigues, y tiras una taza y paras. Ésa es: la taza de siempre hecha pedazos. Magnífica mañana: se esfuman los sueños y tu cacería te rompe un recuerdo, te quita una costumbre. Realmente no puede pedirse nada más, Maru, pero mira cómo nos saturan el aire de sorpresas, mira cómo aún no ha terminado. En las patas de la mesita, junto a los trozos de taza azul, un charco de té frío te revuelve la cabeza.
-¡Pero si es la taza del sueño de anoche! ¡Pero si no la usé ayer! ¡Pero si hace una semana que no hago té!
Realmente parece que hubieras dormido una semana.
-¿Qué recuerdas, Maru? ¿Qué es lo último que recuerdas? ¿Estarás condenada a recordar irrealidades, a no saber donde estás parada? ¿Será por eso que te prohibieron estarte quieta, no fuera a ser que encontraras un mundo donde quisieras quedarte?

Maldita voz de las afueras, se ha escapado de tus sueños. ¿Y si, quizá, no fueran estrellas y no fueran pedazos de sueños lo que intentaste atrapar? ¿Y si en verdad no confundiste sino enmarañaste las historias y te quedaste a vivir vidas que no te pertenecen? ¿Y si el calorcillo que sientes no es obra del café?
Te levantas la playera y descubres una perla durmiendo blanca y plácida en tu ombligo. Se transforma en escalofrío la belleza y comienza a evaporarse la sala a tu alrededor.
¿Cuántas veces buscaste en los conjuros de la noche la noción de un mundo que merece ser contado?
Si no hubieras cogido un demonio, si no estuvieras de nuevo rodeada de niebla con el mundo sublimándose a tus pies, la amargura de encontrarlo sólo en sueños, te convencería por fin de que has despertado.

1 comentario:

DISTOPIAS dijo...

Vivir vidas que no nos pertenecen...
mmmmm... no se..!

creo que a ratos puede ser divertido...

¡que bien me cae Maru!

A ella le diría que; la niebla, los polvos de sueños, las tazas de Té y Café, los sueños irreales... (reales) fantasticos son, pues nos permitierón leer estos textos.


Saluuuuud!!