domingo, 17 de agosto de 2008

Día sexto.

Sermón para quedarse en el país de los sueños (Cuento para no dormir número seis).


-Sigue siendo la costumbre que los muertos se queden bajo tierra. No tengas miedo, Maru: hay tantas habitaciones que siempre se puede correr de un sitio a otro para esconderse de lo que sea. Aprenderás que aún las apariciones, que te amenazan calladas por detrás y presumen dormir bajo tu cama, están en realidad bien lejos.

La niebla que nos rodea está cargada de burbujas blancas relucientes de demonios, de terrores encapsulados que buscan tu calor para hacerlo suyo, para metérselo en los huesos y evaporarte las lágrimas después, para dejarte inmóvil, para borrarte el futuro. Si te tocara la niebla, Maru, si te quedaras quieta porque un demonio se prende a tu cintura y te roba el calor, se iría marchitando mi voz y empezarían a rajarse las venas del tiempo. Si te quedaras quieta, Maru, el mundo entero sería silencio.

Bebe un poco más y vámonos a dormir ya, que el aire se está enrareciendo. Ha de ser la niebla que se ha vuelto más densa en los últimos días. Vámonos ya y sueña otra vez con el sol y la arboleda que oculta a tu pueblo, vuela y aliméntame, deja que te lleve el viento a un lago cristalino y dame de beber, vaga, imagina que forcejeas con la luna y congelas otro atardecer... Imagina, pues se gestan en tus sueños mis palabras.

Antes de que te acuestes déjame recordarte algo: te quiero. Ya se que te lo digo todas las noches, pero no quiero que vayas a olvidarlo. Cuando te levantes, llámame. No vayas a irte lejos, Marú, que a lo mejor es esta niebla lo único que queda alrededor y no quiero que me dejes sola. Vamos a quedarnos aquí y no vamos a dejar que nos trague. Tendremos que volarla lejos con la fuerza de los rayos del sol de nuestros sueños. En un parpadeo pesado y delirante soplarán nuestras pestañas un viento de libertad, un espacio hueco donde pueda meterse lo que sea y lo que sea pueda pasar, porque los demonios aman el silencio y la quietud y temen a los horizontes amplios y al mar abierto, y la luz de nuestros ojos no tiene ataduras y nuestros sueños son chisporroteantes e intensos.

Vete ya y que no se te ocurra enmarañar los cuentos que se cuelgan de la noche. Si los escucharas, Maru, más valdría morirse. Querrías quedarte en ellos, en uno y después otro; y los cuentos no son caramelos, Maru. Hay tantas cosas ahí que a una la dejan pálida de susto o llorando amores perdidos que nunca conocimos. Te digo que uno no debe andar por ahí viviendo las vidas que no nos pertenecen o no existen. Las historias más bellas anidan de noche detrás de los párpados y es ahí donde deben quedarse. Desvelarlas sería como irse allá afuera, donde la niebla y sus tentáculos cogen, aprietan y destrozan, donde se convierte la gente en terror y el mundo va haciéndose piedra.
Ha sido ya suficiente por hoy, Maru, deja eso y ve directo a la cama. El té lo terminas mañana.

1 comentario:

DISTOPIAS dijo...

Me agrada el dialogo que sostienes... nos llevas de la mano... por la narración...

pero no entiendo... pude sentir un póco de "bipolaridad" ....

Y al final terminas diciendole que se marche..

en fin.. supongo que esas cosas suelen pasar...


pasamos largo rato llendonos y volviendo.. y mucho más pensando en hacerlo...

Grato para mi, leerte!